COMUNICACIÓN Y GOBIERNO: AL DEBE
El manejo comunicacional del Gobierno está al debe, constante que se ha presentado en cada administración del Estado de Chile en los últimos cinco periodos. La ausencia de coordinación, control y un elevado interés de figuración personal por sobre los intereses y necesidades del país, son cada vez más evidentes y de urgencia modificarlos.
Desde una visión comunicacional, el Gobierno presidido por Gabriel Boric Font ha desarrollado una deficiente labor. Pese a los esfuerzos correctivos de la Ministra Secretaria General de Gobierno, Camila Vallejos; ella asimismo ha caído en errores comunicacionales, generalmente por la inexactitud de sus vocerías.
Evidentemente, la estrategia de enfrentarse a los medios de comunicación para intentar definir la pauta, sólo logra exacerbar los temas que al Gobierno le interesa morigerar. En el juego democrático, no es viable una respuesta a medias o recurrir a demostrar molestia por las preguntas de la prensa, como ocurriera ayer jueves 5 de octubre 2023, con el Primer Mandatario en un punto de prensa del cual sólo se viralizó una respuesta fuera de contexto del Presidente, la que robó todo brillo a la actividad realizada.
Analizando el desarrollo comunicacional del actual régimen, se advierte la ausencia de una planificación del nivel estratégico, relacionada directamente con los objetivos comunicacionales que deberían haberse desprendido del programa de Gobierno de Gabriel Boric. Si bien es cierto, es visible que hubo que modificar la conducción del Ejecutivo, tras el resultado del Plebiscito de Salida del Proyecto Constitucional, las fórmulas comunicacionales hasta ahora aplicadas; carecen de una conducción técnica eficiente que haga restar impases al Primer Mandatario.
La conducción del Gobierno es la máxima instancia política de un Estado. En ese nivel, no es tolerable la improvisación. La estructura comunicacional debe sostener una planificación que esté de acuerdo con una respuesta previamente ideada, definida, con un desarrollo previsorio, ajustada a un plan que permita definir secuencias. Con ello, se entiende la definición de procesos de toma de decisiones, especialmente ante el constante manejo de crisis a los que está expuesto.
El desorden permanente en las vocerías, poco o nada coordinadas, donde se mezcla contingencia con el desarrollo del programa de Gobierno, aumentan la percepción de bajo nivel de conducción del Estado. También se advierte una constante tentación de las autoridades, a otorgar cuñas en cada evento público, propias del ataque permanente de un gran adversario; El Ego. La vocería oficial del Gobierno esta radicada en la Ministra Camila Vallejos, quién intenta ser proactiva pero es sobrepasada por una deficiente asesoría, que le indique pautas a comunicar, evitando que la Vocera profundice en temas propios de las otras secretarías de Estado y caiga en errores o inexactitudes, debilitando la función informativa del Estado.
Se confunde transparencia, libertad democrática y derechos de informar, con desapego a un orden tendiente a otorgar un mensaje por cada secuencia comunicativa, restando protagonismo a golpes comunicacionales de efecto, que justamente buscan disrumpir y explotar la sorpresa de la autoridad que es abordada por los medios de comunicación.
El manejo comunicacional del Gobierno está al debe, constante que se ha presentado en cada administración del Estado de Chile en los últimos cinco periodos. La ausencia de coordinación, control y un elevado interés de figuración personal por sobre los intereses y necesidades del país, son cada vez mas evidentes y de urgencia modificarlos.
El manejo comunicacional exige una labor 24/7 de intensa coordinación con un equipo de profesionales, alejados de los focos y los reconocimientos, unidos bajo una programación entregada por una acertada planificación que traspase los niveles de conducción del Estado, político, estratégico y táctico, entendiendo por estos últimos, los ejecutores principales.
Respuestas que corrijan estos aspectos hay muchas y de variadas concepciones, siendo prioritario el reconocimiento de los aciertos y debilidades, promoviendo el cambio y ratificando el compromiso personal de todos y cada uno de los integrantes del proceso comunicacional del Gobierno.
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